Adulación
Afán exagerado de agradar, traducido en servilismo o elogios innecesarios. Concepción filosófica y teológica Este vicio fue puesto en evidencia por los moralistas observadores de las costumbres desde la más remota Antigüedad. En las Sagradas Escrituras, la literatura sapiencial más antigua, más próxima de las normas empíricas del bien vivir, condena la duplicidad del lisonjeador (Libro de los Proverbios [Prv] 11, 9; 17, 20; 26, 22-28; 29, 5; etc.). Pero fue sobre todo en la Grecia clásica donde el retrato del adulador se esbozó cuidadosamente. En la Ética a Nicómaco (lib. IV), Aristóteles sitúa la adulación entre los vicios contrarios a la afabilidad. Su discípulo Teofrasto se complace en ilustrar la adulación, trazando con humor la figura del lisonjeador, en los cap. 2 y 5 de Los caracteres (obra divulgada en el s. XVII por la traducción de Jean de La Bruyère). La tradición patrística, especialmente en los medios monásticos, pone en guardia a los fieles...
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