Introducción El brahmanismo está considerado como el segundo estadio en el desarrollo de la religión hindú. Diversas concepciones de ella darán origen, más tarde, al hinduismo y budismo en sus variadas formas. El sistema teológico brahmán, inspirado en principio en el culto a las fuerzas naturales, engloba a infinidad de divinidades, mayores o menores, todas ellas supeditadas a la potestad suprema y abstracta de Brahman, personificado en una trinidad: Brahma, dios masculino, creador y constructor; Visnú, dios solar, conservador; y Siva, diosa terrible y destructora. Visnú es también conocido corrientemente como Krishna o Rahma, y Siva como Parvati, Kal o Durga. El Universo, según la religión brahmán, camina hacia su unificación en el seno del supremo dios, Brahman. La vida humana es el resultado de una serie de existencias anteriores, idea de la transmigración de las almas, presente también en el pensamiento clásico griego. Esta continuación de la existencia anímica o corriente vital (karma) persistirá hasta llegar al estado absoluto o de perfección (nirvana) por el ascetismo y la contemplación. Los mismos dioses tuvieron que recorrer idéntico camino antes de su perfección. El método yoga, que la práctica occidental ha reducido a poco más de una gimnasia respiratoria, tiene su origen, pues, en el sistema ascético hindú. El brahmanismo, de hondas repercusiones sociales, organizó la población en grupos o castas, según el grado de perfección a que se había llegado: la casta Brahman o sacerdotal, la más próxima al nirvana; la de los Ksatriyas o guerreros; y la de los Sudras o siervos. Ninguna de ellas podía establecer contacto con las otras sin mancharse, lo que pone de manifiesto la disgregación social y la reclusión cultural en grupos cerrados. El Mahabharata y el Ramayana son libros epopéyicos que desarrollan temas inspirados en este orden socio-religioso.