Cristología
La cristología en la Iglesia primitiva El tema central del Nuevo Testamento consiste en proclamar que Jesucristo es el Mesías prometido en el Antiguo Testamento verdadero Dios y verdadero hombre, que se encarnó y murió por amor para la redención del mundo. Los Evangelios nos narran los hechos y las palabras de Cristo. Las cartas y escritos apostólicos glosan su misterio. Cristo es el Kyrios o Señor (Epístola a los Romanos [Rom] 10,9; Epístola a los Filipenses [Philp] 2,11), que comenzó a existir entre nosotros según la carne (katá sárka), pero que ya existía antes según el espíritu (káta pneúma) (Rom 1,24; 8,9; Segunda Epístola a los Corintios [2 Cor] 3,17; Epístola a los Hebreos [Heb] 9,14; Primera Epístola de Pedro [1 Pet] 1,11; 3,18). Cristo es el Lógos eterno, mediante el cual fueron creadas todas las cosas, y que se hizo carne por nosotros (lo 1,114); Él es enviado por el Padre, y ambos, a su vez, envían al Espíritu Santo (lo 1416). De este modo, la respuesta del hombre a la llamada divina de salvación se funda en los dones divinos y en el Bautismo recibidos de y en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Evangelio de Mateo [Mt] 28,19; 2 Cor 13,13; Epístola a los Efesios [Eph] 2,18; 1 Pet 1,2).
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