Introducción Algunas especies (la mayoría de los reptiles) dejan los huevos sobre el suelo o enterrados para que el calor del sol los incube, mientras que otras (casi todas las aves) construyen nidos más o menos complejos en los que incuban los huevos por contacto directo con el cuerpo; muchas aves tienen zonas desprovistas de plumas, en las que la irrigación sanguínea es más intensa, durante la época incubadora. Unas pocas especies entierran los huevos en material orgánico, que al descomponerse genera el calor requerido.